Esta es la implicación de una investigación recientemente publicada, la cual encontró que es más probable que las personas que estudian ciencia -o que han estado expuestas a la idea de la investigación científica- denuncien el comportamiento poco ético y estén más dispuestas a ayudar a otros.

"Pensar acerca de ciencia lleva a los individuos a apoyar normas morales más rigurosas", reportan los psicólogos Christine Ma-Kellams de la Universidad de Harvard y Jim Blascovich de la Universidad de California, Santa Bárbara. Su investigación ha sido publicada en la revista PLoS ONE en línea (N. del T.: Disponible en: http://www.plosone.org/article/info:doi/10.1371/journal.pone.0057989).


Los investigadores describen cuatro experimentos, todos realizados en la UCSB, que respaldan su sorprendente conclusión.


El primero contó con 48 estudiantes que leyeron una viñeta describiendo una violación (en la historia, Juan tiene "relaciones sexuales no consensuales" con Sally). Luego se les pidió a juzgar la conducta de Juan en una escala de 1 (totalmente justificada) a 100 (totalmente equivocada).


Después de revelar cierta información personal, incluyendo su especialidad, cada participante terminó el experimento, respondiendo a la pregunta: "¿Cuánto crees en la ciencia?", en una escala de uno a siete.


Los investigadores no encontraron relación entre la religiosidad de los participantes o el origen étnico y su juicio sobre las acciones de Juan. Pero aquellos con especialidad en ciencia (incluyendo aquellos con especialidad en biología, química y psicología) le juzgaron más severamente que aquellos sin especialidad en ciencia.


Además, "quienes reportaron una mayor creencia en la ciencia, calificaron la violación como algo más equivocado", escriben los investigadores.


Tres experimentos adicionales involucraron plasmar la idea de la ciencia en la mente de las personas a través de un dispositivo de primado (N. del T.: Fenómeno de psicología mediante el cual la exposición a determinados estímulos influye en la respuesta que se da a estímulos presentados con posterioridad). Los participantes recibieron 10 sets con cinco palabras cada uno, y se les pidió que se deshicieran de una palabra y que usaran las cuatro restantes para formar una oración. A la mitad de los participantes se les dio conjuntos de palabras que incluían términos orientados a la ciencia tales como "lógico", "hipótesis", "laboratorio", "científicos" y "teoría".


Uno de los grupos, conformado por 33 estudiantes universitarios, leyó la viñeta anteriormente mencionada (describiendo una violación) y expresó su opinión respecto a Juan. Quienes tenían palabras relacionadas con la ciencia en su mente "condenaron el acto como más malo" que quienes tuvieron que acomodar palabras neutrales, reportaron los investigadores.


A otro grupo, de 32 estudiantes y miembros de la comunidad, se le preguntó sobre la probabilidad que tenían de participar en una lista de actividades orientadas a la comunidad durante el mes. Quienes estuvieron expuestos a las palabras relacionadas con la ciencia expresaron una mayor probabilidad de donar sangre, hacer trabajo voluntario y donar a la caridad.


Un último grupo de 43 estudiantes y miembros de la comunidad participó en un "juego económico del dictador" en la que se les dio 5 dólares y se les dijo que podían quedarse con todo el dinero o darle una parte a un extraño. Las personas expuestas a los términos científicos asignaron menos dinero para ellos mismos y más a la otra persona.


A primera vista, estos resultados parecen contrarios a la intuición; la ciencia, después de todo, es -en el sentido más estricto- amoral. Pero Ma-Kellams y Blascovich sostienen que, en la imaginación popular, tiene una connotación diferente.


"Sostenemos que hay una imagen establecida o noción de "ciencia"que se asocia con los conceptos de racionalidad, imparcialidad, equidad y progreso tecnológico", escriben. "La noción de ciencia contiene en sí una visión más amplia moral de una sociedad en la que la racionalidad se utiliza para el beneficio mutuo de todos".


En otras palabras, la ciencia nos pone en un estado de ánimo en el que pensamos en términos del bien común.

Los investigadores señalan que los descubrimientos científicos específicos (como aquellos que cuestionan el concepto de libre albedrío) pueden, y a veces lo hacen, producir resultados diferentes. Y advierten de que sus medidas de moralidad se limitan a cuestiones de daño/cuidado e imparcialidad, a diferencia de los otros puntos de la brújula Jonathan Haidt (tales como el respeto a la autoridad y lealtad en grupo).

Sin embargo, este es el primer estudio que demuestra que, en palabras de Ma-Kellams y Blascovich, "el acto de pensar sobre la propia ciencia produce importantes consecuencias psicológicas". Importante, y podría decirse, edificante, incluso. ¿Quién sabía que Bill Nye, the Science Guy puede ser un maestro espiritual?


(traducción: Mariana Garza A.)