Investigadores explican los objetivos y la estructura de un nuevo proyecto para hacer un mapa del cerebro.
Foto: Una molécula fluorescente en las neuronas de un ratón brillan cuando las células cerebrales se activan.
Se espera que la Casa Blanca anuncie, a finales de este mes, una
proposición de esfuerzo conjunto para hacer un mapa de la actividad
cerebral a gran escala, lo que podría ayudar a los neurocientíficos a
comprender los orígenes del conocimiento, la percepción y otros
fenómenos. Estos tipos de actividad cerebral no se comprenden demasiado
bien por ahora, en parte porque surgen de la interacción de grandes
series de neuronas cuyos esfuerzos coordinados los científicos no pueden
seguir.
"Hay toda clase de herramientas increíbles para estudiar el mundo
microscópico de las células individuales", afirma John Donoghue,
neurocientífico de la Universidad de Brown (EE.UU.) y participante en el
proyecto. "Y a nivel macroscópico tenemos herramientas como la
resonancia magnética y los electroencefalogramas que nos hablan del
funcionamiento del cerebro y su estructura, pero a baja resolución. Hay
un vacío en medio. Tenemos que registrar muchas, muchísimas neuronas en
el momento preciso en el que se activan, con precisión temporal y en
áreas amplias", afirma.
Un artículo publicado el jueves de la semana pasada en la versión en línea de Science,
amplía los objetivos del proyecto, ya ambiciosos de por sí, algo más
allá de registrar la actividad de todas las neuronas individuales en un
circuito simultáneamente. Los investigadores también deberían encontrar
formas de manipular las neuronas dentro de esos circuitos y comprender
la función del circuito a través de nuevos métodos de análisis de datos y
modelado, según los autores.
Comprender cómo se comunican las neuronas unas con otras a través de
grandes áreas del cerebro será clave para comprender cómo funciona
este, según los participantes en el proyecto. Otros esfuerzos por hacer
un mapa de las conexiones físicas del cerebro ya están en marcha (ver "Cartografía del cerebro a escala masiva"),
pero analizan cerebros estáticos o solo son capaces de obtener una
visión aproximada de cómo se comunican las regiones del cerebro. Es
probable que el nuevo proyecto empiece a aplicar sus novedosas y aún no
desveladas tecnologías sobre cerebros más sencillos, como los de las
moscas, y posiblemente tarde décadas en cumplir sus objetivos.
Se espera que numerosos líderes de los campos de la neurociencia, la
nanotecnología y la biología sintética colaboren con el esfuerzo.
"Necesitamos algo a gran escala para crear herramientas para el futuro",
afirma Rafael Yuste,
neurobiólogo de la Universidad de Columbia (EE.UU.) y miembro del
proyecto. "Nos vemos como creadores de herramientas. Creo que podríamos
proporcionar métodos a la comunidad científica para usar durante la
próxima fase de la neurociencia".
Además de profundizar en el conocimiento del cerebro, el proyecto
también puede dar lugar a nuevos tratamientos para desórdenes
psiquiátricos y neurológicos. "Si comprendemos de verdad cómo emergen
los pensamientos, el conocimiento y otros detalles del cerebro,
tendremos una mejor comprensión de los cambios de humor, el Parkinson,
la epilepsia y otras enfermedades que se cree derivan de problemas en
los circuitos cerebrales a escala de todo el cerebro", afirma Donoghue.
Se espera que los detalles sobre qué ideas tecnológicas verán la luz
verde y cuánto dinero recibirán para reforzar su desarrollo se revelen
en el anuncio de la Casa Blanca que está por llegar. Es probable que el
proyecto esté respaldado por los Institutos Nacionales de Salud, la
Fundación Nacional de Ciencia, la Agencia de Proyectos Avanzados de
Defensa, la Oficina de Política de Ciencia y Nanotecnología, y
fundaciones privadas, según los participantes. Aún no está claro cuánto
dinero hará falta o a qué tecnologías se dará prioridad.
Sean cuales sean las tecnologías emergentes, es probable que la
nanotecnología tenga un papel en el proyecto, en parte por la necesidad
de sensores más pequeños y más rápidos para registrar la actividad
neuronal en el cerebro. Los sensores existentes pueden registrar la
actividad eléctrica de las neuronas, pero normalmente estos chips siguen
a menos de 100 neuronas en un momento dado y no pueden registrar la
actividad de las neuronas adyacentes, algo necesario para comprender
cómo interactúan unas neuronas con otras. Paul Weiss,
director del Instituto NanoSystems de California en la Universidad de
California en Los Ángeles (EE.UU.), y participante en el proyecto,
afirma que las técnicas de nanofabricación podrían abordar este problema
con chips más pequeños que llevaran sondas eléctricas e incluso
químicas. "Llevamos una década en la que ha habido una inversión
bastante sustancial en ciencia y tecnología para desarrollar esta
capacidad... para controlar cómo lo que hacemos interactúa con los
mundos químicos, físicos y biológicos", afirma.
También puede haber novedosas técnicas ópticas que contribuyan al
proyecto de mapa cerebral. En la actualidad hay muchos grupos de
investigación usando tintes fluorescentes sensibles al calcio para
estudiar la activación de neuronas, pero Yuste quiere desarrollar una
técnica óptica que use tintes fluorescentes sensibles al voltaje para
lograr una lectura más rápida. "Las neuronas se comunican usando
voltaje", explica. "Nos gustaría poder desarrollar imágenes por voltaje
para poder medir la actividad neuronal directamente".
Aunque hay muchos aspectos del proyecto aún por aclarar, una cosa
queda clara, habrá muchos datos que almacenar, compartir y analizar.
"Solo hemos empezado a arañar la superficie de cómo tratar con datos en
espacios de grandes dimensiones", afirma Terry Sejnowski,
neurocientífico computacional del Instituto Salk (EE.UU.). "Si hablamos
de un millón de neuronas, nadie es capaz de imaginarse siquiera el
aspecto que tiene eso, va mucho más allá de lo que somos capaces de
percibir en tres dimensiones".
El artículo de Science también proporciona una línea
temporal aproximada. Dentro de cinco años deberíamos poder seguir la
actividad de decenas de miles de neuronas; dentro de 15 años, un millón
de neuronas. El cerebro de una mosca tiene unas 100.000 neuronas, el de
un ratón, unos 75 millones y el de un humano unos 75.000 millones. "Con
un millón de neuronas, los científicos podrán evaluar la función de todo
el cerebro del pez cebra o varias zonas de córtex cerebral del ratón",
escriben los autores.
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