Un materialista dialéctico.
ORIGEN DE LA VIDA Y
OPARIN
El gran bioquímico ruso.
Alexandr Ivánovich Oparin (1894 -1980), fue
un bioquímico ruso, pionero en el desarrollo de teorías bioquímicas acerca del
origen de la vida en la
Tierra. Se graduó en la Universidad de Moscú
en 1917, un año después del triunfo de la revolución rusa que llevó al poder a
los comunistas bolcheviques dando a luz el primer estado socialista. Fue
nombrado catedrático de bioquímica en 1927, y desde 1946 hasta su muerte fue
director del Instituto de Bioquímica A. N. Bakh de Moscú. Materialista
dialéctico, intentó explicar el origen de la vida en términos de procesos
químicos y físicos. Planteó la hipótesis de que la vida había surgido a través
de una progresión de compuestos orgánicos simples a compuestos complejos
autorreplicantes. Su propuesta se enfrentó inicialmente a una fuerte oposición,
pero con el paso del tiempo ha recibido respaldo experimental y ya con el
descubrimiento de la molécula de ADN y posteriormente el desciframiento del
genoma humano, ha sido aceptada como hipótesis legítima por la comunidad
científica.
El fragmento siguiente corresponde a la
introducción que el propio Oparin hizo a su principal obra, “El origen de la
vida sobre la Tierra”
(1936), donde expuso brevemente el planteamiento de su teoría con respecto al
origen de la vida en este planeta.
Dice Oparin lo siguiente: “La cuestión
relativa al origen de la vida, o aparición sobre la Tierra de los primeros
seres vivientes, pertenece al grupo de los problemas más importantes y básicos
de las Ciencias Naturales. Toda persona, cualquiera que sea su nivel cultural,
se plantea este problema más o menos conscientemente, y, de mejor o peor
calidad, producirá una respuesta, ya que sin ella no puede concebirse ni la más
rudimentaria concepción del Mundo.
“La Historia nos muestra que el problema del origen
de la vida ha atraído la atención de la Humanidad ya desde los tiempos más remotos. No
existe un solo sistema filosófico o religioso, ni un solo pensador de talla,
que no haya dedicado la máxima atención a este problema. En cada época
diferente y durante cada una de las distintas fases del desarrollo de la
cultura, este problema ha sido resuelto con arreglo a normas diversas. Sin
embargo, en todos los casos ha constituido el centro de una lucha acerba entre
las dos filosofías irreconciliables del idealismo y el materialismo.”
“Hacia comienzos de nuestro siglo -se
refiere Oparin al siglo 20- esta lucha no solamente no amaina, sino que adquiere
renovado vigor; ello debido a que las Ciencias Naturales de entonces eran
incapaces de encontrar una solución racional y científica al problema del
origen de la vida, a pesar de que en otros terrenos ya habían logrado tan
brillantes éxitos. Se había entrado, por así decirlo, en un callejón sin
salida. Pero un tal estado de cosas no era fortuito. Su causa residía en el
hecho de que hasta la segunda mitad del siglo pasado todos, casi sin excepción,
se habían obstinado en resolver este problema basándose en el principio de la
generación espontánea. Es decir, con arreglo al principio según el cual, los
seres vivos podrían generarse no solamente a partir de los semejantes suyos,
sino también de una manera primaria, súbitamente, a partir de objetos
pertenecientes a la
Naturaleza inorgánica, disponiendo además, ya desde el primer
instante, de una organización compleja y perfectamente acabada. Este punto de
vista era defendido tanto por los idealistas como por los materialistas,
limitándose las discrepancias exclusivamente a las causas o fuerzas que
condicionaban aquella génesis.”
“Con arreglo a los idealistas, todos los
seres vivientes, incluyendo al hombre entre ellos, habrían surgido
primariamente dotados de una estructura poco más o menos igual a la que hoy en día
poseen gracias a la acción de fuerzas anímicas supramateriales: como resultado
de un acto creador de la
Divinidad; por la acción “conformadora” del alma, de la
fuerza vital o de la entelequia, etc. En otras palabras, sería siempre el
resultado de aquel principio espiritual que, según los conceptos idealistas,
constituye la esencia de la vida.”
“Por el contrario, los naturalistas y
filósofos de fibra materialista, partían de la tesis, según la cual, la vida,
lo mismo que todo el universo restante, es de naturaleza material, no siendo
necesaria la existencia de principio espiritual alguno para explicarla. En
consecuencia, al ser la generación espontánea un hecho autoevidente para la
mayoría de ellos, la cuestión se limitaba a interpretar este último fenómeno
como el resultado de leyes naturales, rechazando toda injerencia por parte de
fuerzas sobrenaturales. Creían así que la manera correcta de resolver el
problema del origen de la vida consistía en estudiar, con todos los medios al
alcance de la Ciencia,
aquellos casos de generación espontánea descubribles en el medio natural o
inducidos experimentalmente.”
Materialismo dialéctico y Oparin
Oparin, que era un científico materialista
dialéctico, en su narración sucinta de la historia sobre las diversas hipótesis
formuladas para la explicación del origen de la vida en este planeta que hace
en la introducción de su libro, “El origen de la vida sobre la Tierra”, donde por primera
vez se plantea una hipótesis coherente sobre el origen de la vida en este
planeta, la cual hoy día ha sido confirmada, aborda el aspecto de cómo los
defectos del materialismo premarxista, que no era dialéctico, se reflejaron en
este proceso. Es oportuno recordar que en un principio el materialismo como
filosofía superaba el desarrollo de las ciencias y por eso esta filosofía no
pudo imponerse, para probar que el materialismo dialéctico tenía razón había
que crear y desarrollar las ciencias y esto ha exigido más de 20 siglos.
Dice Oparin textualmente lo siguiente: “Sin
embargo, diversas observaciones y experiencias cuidadosamente efectuadas y, muy
en particular, las investigaciones de Luís Pasteur, demostraron definitivamente
lo ilusorio que era el propio “hecho” de un surgimiento súbito de los seres
vivos, aun los más elementales, a partir de materiales inertes. Quedó
establecido con absoluta certeza que todos los hallazgos previos de casos de
generación espontánea habían sido simplemente el fruto de errores
metodológicos, de un planteamiento incorrecto de los experimentos o de una
interpretación superficial de los mismos.”
“Esto privó de todo punto de apoyo a los
naturalistas que veían en la generación espontánea el único medio posible de
originarse la vida. Los descubrimientos de Pasteur les negaban toda posibilidad
de resolver esta cuestión por vía experimental. Ello les condujo a conclusiones
elevadamente pesimistas, cual fueron el afirmar que el problema del origen de
la vida está “maldito” o que es insoluble; que el ocuparse de él es impropio de
un investigador serio, constituyendo solamente una pérdida de tiempo.”
“Como resultado de ello, numerosos
naturalistas de nuestro siglo experimentaron una profunda crisis de ideas. De
esta manera, algunos de entre ellos procuraban a toda costa evitar esta
cuestión, sugiriendo, por ejemplo, que la vida jamás habría tenido principio y
que los primeros seres vivos habían sido trasplantados a la Tierra desde algún punto
exterior: desde la superficie de planetas más o menos lejanos. Otros
naturalistas pasaron a ocupar posiciones francamente idealistas y consideraron
a este problema como patrimonio de la
Fe y no de la
Ciencia. Por supuesto, la causa de esta crisis no estaba en
la esencia del problema en cuestión, sino en el procedimiento metodológicamente
incorrecto con que se intentaba resolverlo.”
“El mérito enorme de Darwin ante la Biología estriba en haber
roto con el método tradicional, metafísico, utilizado para resolver la cuestión
del origen de las actuales especies animales y vegetales. Darwin puso en claro
que los seres vivos elevadamente organizados han podido surgir solamente como
resultado de un prolongado desarrollo; gracias a un proceso de evolución de los
organismos, en cuyo transcurso las formas más primitivas se convierten en otras
más elevadas. La aparición del hombre o de cualquier otro organismo altamente
organizado resulta inconcebible fuera de este proceso de evolución, a menos que
se recurra a la intervención de factores sobrenaturales o espirituales de uno u
otro tipo.”
“Con respecto al origen de la vida misma y
de los seres vivos elementales (progenitores de todo lo viviente en este
planeta), las Ciencias Naturales de la era post-darwiniana continuaron, sin
embargo, utilizando aquel mismo enfoque metafísico que anteriormente había sido
aplicado también al caso de los seres vivos altamente organizados. Vemos así
que, incluso después de Darwin, se pretendía explicar el origen de la vida
prescindiendo totalmente del concepto de una evolución general de la materia.
El origen de la vida era concebido como un acto de generación súbita y espontánea
de organismos, donde aun los más sencillos aparecerían ya dotados con todos los
atributos complejos de la vida. Desgraciadamente, este planteamiento del
problema se hallaba en radical contradicción con la experiencia y con los
hechos, por lo que no podía conducir a otra cosa que a la decepción más
amarga.”
“Ante nosotros se abren perspectivas por
completo diferentes si planteamos este problema en términos dialécticos y no de
una manera metafísica, basándonos para ello en el estudio de aquella evolución
gradual de la materia que precedió a la aparición de la vida y condujo a su
nacimiento. La materia jamás permanece en reposo, sino que se halla en
constante movimiento, se desarrolla y, a través de este desarrollo, pasa de una
forma de movimiento a otras nuevas, cada vez más perfectas y complejas. La
vida, concretamente, representaría una forma especial, muy complicada, de
movimiento de la materia, que habría surgido como propiedad nueva en una
determinada etapa del desarrollo general de la materia” afirma Oparin y agrega:
“Ya hacia finales del siglo pasado, -se refiere en este caso al siglo XIX-
Federico Engels había considerado el estudio histórico del desarrollo de la
materia como el método más adecuado para resolver el problema del origen de la
vida. Sin embargo, sus ideas no obtuvieron un eco suficientemente amplio en los
ámbitos científicos de la época.”
“Aun incluso durante los primeros decenios
de nuestro siglo -siglo XX- eran todavía muy escasos los naturalistas que
defendían en sus obras un origen evolucionista de la vida. Por añadidura, los
que lo hacían, estas apologías estaban expresadas en términos demasiado
imprecisos, por lo que resultaron impotentes para vencer el atascamiento que,
con respecto al origen de la vida, imperaba entonces en el campo de las
Ciencias Naturales.”
“Ha sido tan sólo en nuestra época,
partiendo de una generalización del abundante material acumulado por las
Ciencias Naturales durante el siglo XX, cuando se ha logrado trazar un bosquejo
del desarrollo evolutivo de la materia, llegándose incluso a precisar las
etapas probables que este proceso ha seguido hasta la aparición de la vida. A
consecuencia de ello, han quedado abiertas grandes posibilidades para el
estudio experimental del problema de la biogénesis.”
“Pero actualmente ya no se trata de
tentativas desesperadas para sorprender o descubrir casos de generación
espontánea de organismos sino de estudiar y reproducir en el laboratorio los
fenómenos que tienen lugar durante el desarrollo evolutivo de la materia.”
“Tal estado de cosas ha tenido como
consecuencia un cambio radical en la actitud de los naturalistas hacia el
problema del origen de la vida. Si anteriormente, durante casi toda la primera
mitad del siglo XX, este problema se hallaba excluido casi totalmente del campo
de las Ciencias, siéndole dedicada una atención mínima en la literatura
científica mundial, en la actualidad le son consagrados numerosos artículos y
libros, informes y comunicaciones acerca de trabajos experimentales. Ahora ya
no nos conformamos con un estudio especulativo de la historia de aquellos
fenómenos ocurridos en nuestro planeta en una época determinada. En la
actualidad queremos comprobar experimentalmente nuestras hipótesis: reproducir
artificialmente las diversas etapas del desarrollo histórico de la materia y,
en último término, sintetizar vida. Pero esta vez, sin embargo, no ya siguiendo
el largo y tortuoso sendero recorrido por la Naturaleza hasta la
consumación de esta síntesis, sino que procuraremos reconstruir deliberadamente
la organización que encontramos, ya acabada, en los seres vivos actuales.” Esto
es lo que hoy logramos mediante la clonación, le recordamos a ustedes nosotros.
“No cabe duda alguna que ésta es una tarea
de complejidad excepcional. No obstante, la Ciencia de nuestros días se halla en condiciones
de, al menos, plantear la cuestión de una manera efectiva.”
“En las líneas que siguen procuraremos
exponer, en primer lugar, las diversas rutas seguidas por el intelecto humano
en su empeño por resolver el problema de la biogénesis. Presentaremos de manera
sucinta toda la serie de doctrinas y teorías elaboradas en el transcurso de
muchos siglos. Nuestra principal atención estará dedicada, sin embargo, a
describir el plan de desarrollo gradual de la materia, que, según nuestro
criterio, condujo a la aparición de la vida en este planeta.”
Les exhortamos a que busquen y lean este
librito, lo de librito es por su tamaño, pues no es voluminoso, sino mas bien
pequeño, escrito en 1924, y que 81 años después, todas sus hipótesis han sido
probadas, no sólo para que conozcan sobre el origen de la vida sobre la Tierra, sino para que
aquilaten el valor, la superioridad y exactitud del materialismo dialéctico,
que es el materialismo científico, el materialismo de Marx y Engels, y Lenin, Stalin
y Mao set tung.
El origen del hombre
De otro lado, es propicia la ocasión para
puntualizar que el progreso de la ciencia ha venido a confirmar también la
teoría materialista dialéctica del origen del hombre. Esta establece que el
origen del hombre no puede reducirse a la investigación de su desarrollo
biológico, única y exclusivamente, ya que éste no explica por sí solo la
esencia de la transición del antepasado animal al hombre antiguo. El cambio
cualitativo operado en el proceso de evolución del mundo animal durante la
formación del hombre fue descubierto, precisamente, por Federico Engels al
señalar que al hombre lo separa del mundo animal su actividad laboral social,
es decir, el trabajo en asociación con otros de su misma especie que lleva a
cabo con la ayuda de instrumentos de trabajo que él mismo prepara o crea, no
que se los da la naturaleza, y esta particularidad del hombre, sería lo que
habría de desempeñar el papel decisivo en todo su desarrollo, la cual tampoco
surgió de golpe como no surgieron los diferentes seres vivos complejos con la
aparición de la vida en este planeta, sino como resultado de un proceso de
muchos miles de años.
El hombre no podía, como hoy tampoco,
efectuar las actividades para obtener cuanto necesita para la vida, de manera
aislada, un hombre solo por separado. De no haberse agrupado en sociedad habría
sucumbido inevitablemente. Por eso para comprender el progreso de la humanidad
es necesario también conocer los vínculos sociales que los hombres establecen
en el proceso productivo, en el trabajo, que son parte inseparable de la
producción.